Objetivos

En estos momentos de profundo cambio social, en los que la arquitectura vuelve a revisar sus instrumentos y procesos, en los que las ciudades afrontan una profunda regeneración, es fundamental la asunción de la perspectiva de género, que, junto a la concienciación ambiental, constituyen la armadura que permitirá alcanzar los lugares que todas y todos anhelamos para vivir. Este es el objeto fundamental a partir del que se plantea GAC, a lo que se une la ambición de contribuir a la mejora de la arquitectura y la ciudad en Canarias.

GAC se enmarca en el impulso para superar el desigual derecho a la ciudad, propiciado por los esquemas abstractos utilizados para su construcción, soportados en módulos y estándares propios del patriarcado, que han velado las diferencias, sesgando el entendimiento de la sociedad y la vida colectiva. El enfoque de género alumbra esa desigualdad apostando por la reformulación de métodos, procesos e instrumentos que permitan avanzar hacia una ciudad igualitaria.

La perspectiva de género se va paulatinamente incorporando a los criterios que transversalmente pretenden transformar la sociedad. También en la arquitectura y el urbanismo, donde el género empieza a señalarse en disposiciones legislativas e informes técnicos. Pero el cambio en la mirada, la transformación de la actitud, la rotura del acuerdo social y el impulso para la generación de un nuevo marco social, se respira sobre todo en la calle, en las casas, en las ciudades y entre las gentes. También en Canarias, donde se puede apreciar la asunción, tanto por parte de la ciudadanía como de los diferentes agentes implicados, de la perspectiva de género como criterio básico de reformulación de la sociedad.

La aplicación de la perspectiva de género tiene su base en el feminismo, cuya 4ª Ola se está caracterizando por la acción e implicación global a partir de la tecnología informacional, provocando el momento de aceleración en la consecución de la igualdad que en la actualidad vivimos.

El espacio que habitamos, las calles que nos reúnen, en suma la ciudad que vivimos constituye un ámbito excepcional para esa transformación. Para las arquitectas y arquitectos esto implica un reto y una responsabilidad. La sensibilización feminista, significa tener que replantear cada uno de los aspectos de nuestro ejercicio profesional. Cada proceso y cada instrumento. Y a todas las escalas.

La arquitectura feminista, la ciudad feminista, es la de todas y todos. Se trata de rescatar como centro de atención a la ciudadanía, a las personas y la vida cotidiana. Se trata de atender a la producción junto a la reproducción. Se trata de enriquecer los procesos para alcanzar ciudades más bellas y fuertes, en tanto que se consiga que sean más justas y más sanas.

Ninguna ciudad es neutra, ningún espacio lo es. Desde la recogida de datos a utilizar como base de su análisis, hasta los criterios, programas y diseños específicos para la construcción de cada lugar debe contar con la diversidad social a quienes van dirigidos.

En particular vamos a referirnos a la brecha de género, que implica la atención a vivencias diversas de mujeres y hombres, al tiempo que a la consideración de las mujeres de cada lugar como portadoras de una información relevante, que implica no sólo sus propias necesidades y anhelos, sino la derivada de sus experiencias en cuidados y afectos hacia diferentes grupos que, debido a variadas condiciones o circunstancias, han sido hasta ahora ignorados en los procesos de construcción espacial.

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